Represa La playa se convirtio en el foco de contaminacion del centro de Boyaca

05.10.2009 14:35

Represa La Playa se convirtió en el foco de contaminación del centro de Boyacá

Por lo menos 4.000 habitantes de Tuta, 2.700 internos de Cómbita y dos veredas de Sotaquirá se ven perjudicadas.

Foto: Rodolfo González Prieto/ Boyacá 7 días

Por lo menos 4.000 habitantes de Tuta, 2.700 internos de Cómbita y dos veredas de Sotaquirá se ven perjudicadas.

La Represa que fue construida para controlar las inundaciones y servir de soporte en épocas de sequía resultó ser el más grande pozo de recepción de materias orgánicas y contaminación.

La proliferación de zancudos, moscas y roedores, la contaminación ambiental y los malos olores son los padecimientos de la represa La Playa de Tuta, espacio que en otrora era un espejo de agua y que prometía ser la alternativa de regadío para los campesinos del centro de Boyacá.

La represa fue construida por el Incora en 1966 con el fin de regular las crecientes de los ríos y controlar inundaciones que aguas abajo se presentaban, pero la realidad hoy en día es muy diferente a lo que se contempló en ese entonces.

Las aguas represadas se convirtieron en caldo de cultivo para el buchón, un vegetal que invadió sus casi 300 hectáreas y que hoy es difícil de erradicar, debido a los elevados costos que esto genera.

Los habitantes de la región deben soportar todos los días, los fétidos olores que se producen en el lugar, sumado a ello la proliferación de los zancudos que también atacan al ganado. Muchos se quejan de afecciones respiratorias y digestivas constantes a causa de la fuerte contaminación.

Según el alcalde de Tuta, Luis Alfonso Espitia Cely, la represa ha causado más mal que bien y no ha cumplido con la función para la cual fue creada y denunció que el abandono al que el Estado mantiene sometida a la represa es total.

"Es espantosa la contaminación y la incomodidad con la que tiene que vivir la gente de ese sector; esta represa nunca ha prestado el servicio para lo cual fue creada, porque el agua que está depositada allí es excesivamente contaminada y no sirve para regar los cultivos", dijo el Alcalde de Tuta. 

Vecinos están inconformes

Los habitantes de sectores aledaños a La Playa coinciden en afirmar que el problema viene en aumento desde hace 5 años. 
Inés Alfonso vive hace 40 años en el sector Santa Teresa, al costado oriental de La Playa y dijo que los olores son insoportables.

"Desde hace cinco años cuando secaron la represa, los zancudos salen a las seis de la mañana y a las seis de la tarde, por lo que nos vemos obligados a resguardarnos en la casa porque nos pican hasta por encima de la ropa y algunos vecinos han resultado alérgicos", comentó.

"Hacia las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde es imposible salir de la casa, nubes de zancudos se posan sobre las personas y sobre el ganado, por ello debemos mantener insecticidas constantemente", comentó María Custodia Acosta, quien desde hace siete años vive a un costado de la represa, muy cerca de las compuertas y debe soportar los fétidos y constantes olores que se desprenden a causa de la contaminación de la represa.

Carmen Gómez, recordó que hace un par de décadas la represa era habitada por patos y peces. 

"Había un lago muy bonito y agradable, se veían las olas, los pájaros y no olía feo, pero después empezó a salir el buchón y empezó el problema, se pudrió el agua, empezaron las epidemias, diarreas, vómitos, brotes por los zancudos e infecciones", sostuvo.

La historia de La Playa

La represa fue construida por el Incora en 1966 para que fuera laguna de oxidación ya que allí desembocan las aguas del río Chulo, proveniente de Tunja.

EL Himat recibió la represa y luego, convertido en Inat, entregó en l995 el Distrito de Riego del Alto Chicamocha con infraestructura y equipos a la Asociación de Usuarios de este recurso hídrico, encargada de su manejo.

Los residuos que ingresan por la parte sur de la represa donde desemboca el río Chulo, siguen a través de un pequeño riachuelo hasta el río Chicamocha. 

En esa época muchos campesinos vendieron las tierras donde construyeron la represa, porque creían que el proyecto iba a facilitar las actividades agropecuarias y evitaría las inundaciones, pero lo cierto es que la represa pasó a ser un reservorio de aguas servidas de los municipios de Oicatá, Tunja, Combita y la penitenciaría El Barne.

 

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